El amor nutre, sana o lo deja todo tal y como lo encontró

¿Qué es el amor sano? ¿Cómo se siente? ¿Cómo se vive? ¿Cómo se expresa? ¿Cómo lo reconozco? ¿Será que en serio existe? ¿Será que alguna vez lo he vivido? 

Estas son preguntas que han estado muy presentes en mi mente los últimos años, porque recuerdo muy bien el día en que me atravesó el cuerpo la sensación de que el amor como lo conocía hasta ese momento no podía ser el único que existía. Me atravesó y me lo tuve que replantear porque esa única forma de amor ya me dolía demasiado, me hacía sentir vacía, sola e incompleta todo el tiempo, a donde quiera que fuera, con quien sea que me encontrara.

Veo muy claro como en ese entonces llamaba amor a conductas que lo único que hacían era quebrar mi espíritu. Llamaba amor a la codependencia, el control, la posesividad, la obsesión, la culpa, la manipulación e incluso la violencia. Aún me impresiona darme cuenta de que en serio creía que todo el miedo y malestar que mis relaciones me causaban era como se suponía que tenía que vivir y sentir el amor y ni siquiera imaginaba otras formas, formas que me brindaran bienestar, apoyo y buenos momentos. Eso solo no existía en mi cabeza.

Y no solo hablo del amor de pareja, mis relaciones amistosas y familiares tampoco eran satisfactorias, también me dolían. En general, no sabía sostener vínculos amorosos y honestos con nadie, no sabía lo importante que eran y lo mucho que los necesitaba. Y está bien, no me culpo, entiendo que no crecí con este tipo de vínculos a mi alrededor, no los experimenté ni los vi en mi entorno cercano y por lo tanto no podía replicarlos.

Después de algunos años de dedicarme tiempo y energía para sanar, entendí que ese vacío y dolor que sentía dentro solo era mi niña interna rogando por recibir amor, por dar amor, por sentir amor. Me metí en todos tipo de situaciones y rollos románticos pensando que ahí iba a dar con la pieza de mi que me faltaba y fue después de muchas lágrimas y corazones rotos que me di cuenta que eso que estaba buscando no lo iba a encontrar ahí, fuera de mi.

Fue un largo camino para descubrir y reconocer a mi niña herida, para poderla sostener en mis brazos para tratar de darle el amor que me pedía. Necesité mucho acompañamiento, coraje, paciencia y resiliencia porque para soltar esa parte de mí, que sólo sabía amar y ser amada desde el miedo y la violencia, necesitaba una despedida y un duelo, a lo que me resistí durante mucho tiempo por miedo a lo desconocido.

En este momento no es que me considere una experta del amor sano, aún tengo muchas preguntas y cosas que aprender y eso me emociona. Pero lo más importante ya lo tengo, que es estar conmigo para cuidarme y la certeza de que no me iré a ningún lado. Estoy y estaré aquí siempre acompañándome, tratando de elegir lo mejor para mi y para mis relaciones, actuando desde el amor y el autocuidado.

Ahora puedo reconocer muy claro las formas y la sensaciones que me causa el amor cuando es sano. Las puedo reconocer y crear en mis relaciones porque principalmente las estoy creando y encontrando dentro de mi. Sé que esas formas cambian y varían de persona en persona, hay amores que nutren, sanan me hacen sentir segura, fuerte, poderosa, infinita, mágica, escuchada y acompañada. Hay amores que me dan alegría, aventura, diversión y muchas risas. Hay amores que transforman, expanden y brindan comprensión. Y los que no, los que no llegan a tu vida para darte eso, al menos lo dejan todo tal y como lo encontraron porque si de algo puedo estar muy segura es de que el amor cuando es sano, no daña en ninguna forma.

¿Y tú? ¿Te has preguntado si las formas en la que vives el amor son las más sanas para ti? ¿Estarías dispuesta a sanar y recibir el amor que más te nutra y empodere? No tienes que tener una respuestas ya, solo darte un pausa y pensarlo. <3

 

Yiyi Sosa